Un arrocito en Castellón…en el Mirador del Port

Os vamos a mostrar uno de los lugares con más encanto de Castellón: el barrio marítimo El Grao, una puerta al mar que se encuentra a tan sólo cuatro kilómetros del centro de la ciudad. Y allí, en un rinconcito de la Plaza del Mar, se encuentra El Mirador del Port, un restaurante familiar que os queremos recomendar muy especialmente. Y es que, sus arroces y sus boquerones adobados nos conquistaron desde el minuto uno. Tanto, que cada vez que realizamos una escapada a Castellón organizamos una comida en este lugar.

Los arroces del Mirador dan mucho que hablar y, sobre todo, el arroz con espardenyes, que lo convierte en la estrella de la carta. La espardenya, también llamada pepino de mar, es un manjar muy apreciado que se sirve en muy pocos lugares. Si tienes la oportunidad, no dejes de degustarlo. Le acompañan en carta otros arroces igual de exquisitos como el Arroz negro con chipirones y ajos tiernos o una de nuestras debilidades, el arroz meloso de setas con foie.

Los arroces podemos acompañarlos de tradicionales entrantes como “los famosos boquerones adobados”, unas riquísimas tellinas o unos deliciosos chipirones con ajos tiernos. Pero en nuestra última visita descubrimos unas sugerencias y especialidades fuera de carta “más vanguardistas”, que nos dejaron a todos con la boca abierta. Y es que, en los fogones se encuentra un cocinero que ha pasado por lugares de la talla del Suculent…y eso se nota en sus creaciones.

Creaciones que conquistan a los paladares más gourmet. Y sobre todo a nosotros, que probamos un delicioso tataki de atún, que merecía una matrícula de honor. Seguimos con un delicioso plato de sepionet con puré de patatas de cítricos. El secreto estaba en la ralladura de lima. Y qué podemos decir del exquisito erizo de mar gratinado. ¡Sin palabras! Nos quedamos con ganas de probar les Caixetes de mar pero no las tenían en ese momento. Volveremos pronto para degustarlas. Y todo ello maridado con una extensa variedad de vinos.

Sin palabras nos quedamos también cuando nos “cantaron” los nuevos postres. Y es que, en este viaje culinario descubrimos el fenómeno de la “ósmosis” en la fruta. No tuvo precio degustar una deliciosa piña con sabor a Gin-Tonic. O una sandía con sabor a sangría.

Y aquí finaliza un gran viaje sensorial protagonizado por una cocina de altos vuelos a un precio muy moderado. Y no quiero finalizar este post sin destacar el trato amable y atento que recibimos siempre del personal de sala, que hizo que nos sintiéramos como en casa…otra vez.

Salir de la versión móvil